Los docentes enfrentan el desafío de instruir en la lectura y escritura. En torno a la educación para la alfabetización, se entrelazan conocimientos, ideas y prácticas de aula, pero también existen mitos, prejuicios y tensiones. Una de estas tensiones se vincula con la instrucción de dos habilidades esenciales para adquirir una lectura fluida: la conciencia fonológica y el principio alfabético.

La conciencia fonológica, una habilidad esencial en el proceso de aprendizaje del lenguaje, permite a los niños identificar y manejar los sonidos que forman parte del habla. Esta habilidad les ayuda a comprender que las letras representan estos sonidos. Se dividen los sonidos del lenguaje en palabras, sílabas y fonemas, dando lugar a tres etapas de desarrollo de la conciencia fonológica:

  • Conciencia léxica: Reconocimiento de palabras en una oración, iniciando típicamente entre los tres y cuatro años.
  • Conciencia silábica: Identificación de las sílabas en una palabra, que se desarrolla alrededor de los cuatro y cinco años.
  • Conciencia intrasilábica: Habilidad para manipular el inicio y rima de palabras, cultivada mediante actividades como rimas, canciones y poesías, comenzando desde el hogar y la escuela.
  • Conciencia fonémica: Identificación y manipulación de los fonemas, los sonidos más pequeños de la lengua, que surge entre los cinco y seis años y tiene un gran impacto en la adquisición de la lectura y escritura.

El desarrollo de la conciencia fonológica en niños y niñas les capacita para avanzar hacia la comprensión del principio alfabético. Esta destreza implica entender que cada letra tiene una relación directa con un sonido específico, es decir, que las letras representan los sonidos del habla en un sistema alfabético como el español. Esta conexión entre las letras y los sonidos marca el inicio de un largo proceso para que los estudiantes se conviertan en lectores expertos, que incluye el desarrollo de habilidades adicionales como el vocabulario, la fluidez, la comprensión, la escritura, entre otras.
Una vez que los niños y niñas adquieren el principio alfabético, son capaces de descifrar palabras y, con la práctica constante, reconocerlas automáticamente en distintos contextos. Dado que el español es una lengua transparente, donde cada fonema tiene una representación escrita única, conocer las 27 letras del alfabeto y los dígrafos “ch”, “qu”, “gu”, “ll” y “rr” les permite leer cualquier palabra, incluso aquellas que no han visto antes. Esto les facilita incluso la lectura de pseudopalabras, es decir, palabras inventadas.

El inicio de este proceso de alfabetización implica entender el principio alfabético, y para lograrlo, es crucial enseñar a los estudiantes habilidades fonológicas. Estas destrezas no surgen de manera automática y, por lo tanto, necesitan ser enseñadas de manera clara y estructurada para su desarrollo adecuado.

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